La Pérdida de los Padres

En el ciclo natural del desarrollo humano, es normal perder a los padres cuando ya somos grandes. La muerte de los papás es la forma más común de duelo entre los adultos, sin embargo, la muerte de un padre no es insignificante. La pérdida de los padres tiene profundas implicaciones a cualquier edad, incluso si se trata de un “hijo adulto”.

Independientemente de si la muerte es esperada por una enfermedad prolongada, o no esperada ante una muerte repentina, la vida y presencia de los padres se encuentra fuertemente vinculada con las ideas y pensamientos que construimos sobre el amor, la guía y el apoyo que recibimos desde pequeños. La sensación de vacío y devastación no es extraña, ya que, después de todo, se ha perdido a una de las únicas personas que han estado ahí desde toda la vida. Enfrentar una vida que no volverá a ser la misma después de perder a “papá” o “mamá” puede conllevar un duelo muy dificil de procesar y sanar.

"La causa de muerte genera múltiples pensamientos que, si no se discuten, por lo general resultan en un sentimientos de baja autoestima, culpa, vergüenza y autocrítica".
Guille Elizondo
Teóloga y Tanatóloga

La pérdida de papá, se asocia más a menudo con la pérdida del dominio personal, es decir, con la pérdidad de la visión, de los propósitos, del compromiso, de las creencias y del autoconocimiento. La pérdida de mamá, por su parte, puede provocar una respuesta mucho más cruda, tal vez por la naturaleza a menudo cercana y enriquecedora de la relación madre e hijo.

Cuando los dolientes no pueden continuar con sus vidas después de un tiempo razonable, digamos un año, máximo dos, el duelo se vuelve patológico. El duelo puede convertirse en ansiedad y depresión. Hablar sobre la pérdida con un profesional puede ser la única forma de hacer que un hijo en duelo se recupere después de la pérdida de un padre.

La muerte de alguno de los padres puede provocar pensamientos distrorcionados que contagian nuestra mente al enfrentar la adversidad. Se pueden esperar diferentes escenarios: Si la muerte fue por suicidio, los dolientes a menudo luchan con emociones complejas como la culpa, la ira y sentimientos de abandono y vulnerabilidad. En otros casos, hay pacientes que regularmente sienten que deberían haber hecho más y, porque no lo hicieron, son seres humanos inferiores, sucios o malos. La causa de muerte genera múltiples pensamientos que, si no se discuten, por lo general resultan en un sentimientos de baja autoestima, culpa, vergüenza y autocrítica.

La cercanía y tipo de relación que se tenía con el fallecido también repercute de manera significativa en los escenarios del proceso a enfrentar. Cuando no se ha tenido una buena relación con alguno de ellos, puede ser un desafío saber cómo sentirse. Algunos pacientes no sienten nada y no necesitan involucrarse en el proceso de duelo por ese padre. Otros, pueden tener razones genuinas y legítimas para sentirse maltratadas o abusados, en estos casos, no siempre se trata de la pérdida del progenitor sino de la pérdida de la posibilidad de reconciliación. Estos sentimientos pueden manifestarse como ira o ansiedad incluso años después de la muerte. Reconocer su muerte y cualquier resentimiento persistente hacia ellos ayuda a acercarse poco a poco a la sanación.

Independientemente del tipo de relación que se tuvo con los padres cuando niño y cuando adulto, nadie está realmente preparado para quedarse huérfano.

Poner la vida en orden después de la muerte de un padre puede llevar un poco de tiempo y requerir acompañamiento.  Según la responsabilidad que se tenga sobre la finalización de los asuntos de sus padres, el proceso de duelo a menudo se prolonga durante varias semanas o meses después de su muerte. Los cabos sueltos, problemas legales, financieros, testamentos, etc., pueden bien ser distracciones para la mente y el alma en duelo, sin embargo, tambien pueden intervenir negativamente en el proceso de duelo y curación. A los hijos adultos que tienen que resolver muchos de estos problemas en nombre de sus padres les puede resultar difícil incluso comenzar el proceso de duelo. Tener emociones reprimidas no es una forma saludable de afligirse y puede complicar las situaciones más adelante.

El duelo por la muerte de uno de los padres es único para cada paciente. Influyen en el proceso una cantidad enorme de distintos factores a considerar, para que el paciente pueda equilibrar su salud tanto física como emocionalmente. Contar con apoyo profesional puede ayudar a reacomodar la vida en el presente y el futuro.

La pérdida de los padres está conectada con la pérdida del pasado. Los padres interpretan la vida, la vida en general y la vida de la familia. Son raíces que se remontan a los antepasados, tanto biológica como psicosocialmente. Son los guardianes de la tradición. Ellos nos ayudan a dar sentido al presente a la luz del pasado. Posiblemente sean los únicos que nos conocen de toda la vida. Cuando mueren, perdemos todo esto, perdemos los vínculos directos con nuestro pasado y con partes no recordadas de nosotros mismos.

Nuestros padres nos ayudaron a formar nuestra imagen y sentido. Influyeron en lo que pensamos y sentimos sobre nosotros mismos y nos ayudaron a determinar cómo vemos el mundo y a los demás en él. Perder a algunos de ellos, o a ambos, puede requerir de ayuda para retomar nuestra identidad y la forma en la que vemos el mundo de ahora… en el que ya no están.

Guille Elizondo

Teóloga y Tanatóloga

Máster en Psicología Holística

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