Duelo por la ruptura de una relación amorosa

Una de las causas más comunes por las que las personas acuden a terapia es la pérdida de una relación. No importa tanto si la decisión fue mutua o unilateral y, aunque impacta de manera importante quien toma la decisión, el proceso de asumir una nueva realidad aplica para ambos casos. 

Después de romper con una relación los días se ven empañados por la ausencia de esa persona. Posiblemente no puedas evitar desplazarte por sus redes sociales con el impulso de enviarle un mensaje o tan solo ver lo que está haciendo. Puede que todavía rompas en llanto. Quizás exista deseo de venganza o un intento castigarla. Que no me busque, que me rechace o la duda de saber si también piensa en mi, pueden ser insoportables.

¿Qué es lo que lo que perdiste? ¿Qué es lo que verdaderamente lamentas? ¿Qué te está pasando?

Puede ser el luto por la pérdida de un mejor amigo y compañero. Muy seguramente la pérdida de tu rutina. La pérdida de seguridad o probablemente lo que más lamentas es la versión de la persona en la que te convertías o pensaste que te convertirías con él o ella. En definitiva, es la pérdida del futuro y la vida que planeaste juntos, porque a veces, la otra persona ni enterada estaba. 

Sin las dosis de oxitocina que te aportaba la relación, estás pasando por un proceso de abstinencia. Nuestro cerebro experimenta un efecto de abstinencia similar al de los drogadictos cuando les quitan su objeto de adicción, por ello, lo sientes tanto emocional como físicamente.

El shock emocional de la separación provoca estrés agudo, miedo y ansiedad por la liberación de las hormonas del estrés, norepinefrina y cortisol. Genera diversos síntomas como dolores de cabeza, problemas para dormir, problemas digestivos, etc. Está comprobado que con la angustia se activan las mismas regiones del cerebro que se activan con el dolor físico.

«Una de las cosas que más tortura en una relación y en su ruptura, es la esperanza y la ilusión de posibilidad».

– Guille Elizondo

Los pensamientos no juegan a tu favor. Crees que eres un fracaso o que no eres digno de ser amado y probablemente piensas que no significaste nada para él o ella. Ésta es la historia que nos contamos a nosotros mismos y que resulta por demás destructiva. Terminamos convencidos de que no somos dignos de ser amados y que no tenemos ningún valor. La realidad es mucho más positiva. Eres una gran persona, eres valiosa y la gente puede amarte y te amará. Vales la pena aún cuando una pareja te deja. La vida es perfecta como es y, aunque a veces no nos gustan las cosas que pasan, así es y está bien.

Las falsas esperanzas, esas que creas hoy y que comúnmente te mantuvieron en la relación por mucho tiempo: “si tan solo hubiera cambiado esto”, “si tan solo pudiera ver mi potencial”, son las que te tuvieron convencido de que podías persuadirlo o persuadirla para que lo intentara una vez más. Una de las cosas que más tortura en una relación y en su ruptura, es la esperanza y la ilusión de posibilidad.

Así son las rupturas, devastadoras, te dejan sin nada más. Se siente que lo has perdido todo, cuando en verdad, solo perdiste una relación.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?

Las personas que tienden a tener más dificultades para salir adelante son aquellas que carecen de otras motivaciones, de fuertes conexiones sociales, pasatiempos y/o seguridad financiera. Es importante reconocer que nuestras necesidades emocionales, intelectuales, físicas y sociales no dependían ni dependen de una pareja.

Si experimentas que los sentimientos como la tristeza, la desesperanza y la apatía comienzan a perturbar tu vida diaria, es decir, empiezas a cancelar planes, alejarte de amigos, faltas al trabajo, etc. o si no encuentras cómo superar la desesperanza y la impotencia, puede ser un buen momento para buscar acompañamiento profesional.

El acompañamiento te ayudará a procesar la pérdida, a desarrollar tu autoestima, a romper con viejos patrones si los hay, a darle significado a lo que viviste y a prepararte para tener una vida más plena a futuro. Búscame, con gusto platicamos.

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